Con las primeras luces enfundado en mis hierros galopo de nuevo solitario las tierras de la frontera, lanzado sobre el trueno, el aliento cortado a cuchillo. Con el frío llamando a la puerta, de cara la tierra indómita, las grandes extensiones, un caos de montañas y valles, el Universo perfecto. Barrancos profundísimos, bosques que hablan, cielos que parecen no tener fin..., y el silencio.
Dos días medievales atisbando los fantásticos espacios naturales/culturales del Maestrazgo. Un sin fin de montañas a caballo entre Aragón y Valencia salpicadas de pueblos señoriales, casonas y fortalezas que hablan de la grandeza y prosperidad de unas tierras que han sabido mantener su esencia con el paso de los tiempos.
Desempolvo para la ocasión esta potente travesía por las soñadas tierras del Maestrazgo, los territorios olvidados. Fascinado estreno la briosa Orca en las grandes distancias, una bici tan deportiva y rápida, descubro la sensación de ver los paisajes como en un cuadro, desde fuera, sin mezclarme con ellos. Ni me gusta ni me intranquiliza, es diferente. Disfruto la nueva experiencia pedal a pedal mientras saboreo dátil tras dátil, rap tras rap..., canta Iver, canta. Y el reto de sumar tantos kilómetros con los días tan cortos..., el sol volando a ras de la escarcha, tan sonora al pasar.
Allá voy con los dientes chirriando montaña arriba y montaña abajo. Las copas de los árboles bailando al son del viento que todo lo mece, o ¿es el rebufo al pasar? El extraño rugir de la tierra el trote de las huestes armadas, o ¿es algún todoterreno con su turista al volante? Las tierras labradas y algún rebaño con pastor y perro, o ¿son caballeros a la antigua usanza campando sus dominios? Allá voy despojado de todo, sola vuela aterida el alma.
día uno/
verTRACK/ Mora de Rubielos- Morella, por Cantavieja
día dos/
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