Sobre su elefante el gran Aníbal pasea las tierras de La Canal de Navarres y cercanías en busca de un buen plato de sepionet, y tras él sus locos seguidores. En ésta nos quedamos retrasados y las fuertes lluvias adormecen todo en derredor y hasta lo inimaginable. Las huellas del elefante perdidas y las huellas de la desolación avanzando por campos que no lo son, caminos como ríos, montes devastados por el incendio abrasador. Ya nada queda de ese teatro perfecto, tantas veces imaginado. Bienvenido al invierno que lo puede todo.
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