No es un día normal para nosotros el de Nochebuena. Ya hace, montamos poderosas rutas este día con el propósito de hacer hambre para tan famosa cena navideña. En ésta, nos juntamos en casa de Toni para recorrer los impresionantes barrancos que unen Novelda con Elche.
Rodamos ateridos de frío la primera mañana. Pronto las rotas rampas del Tabay hasta las antenas hacen que entremos en calor. Tremendas vistas del Cid, Palomaret, Maigmó...
Nos adentramos en las sendas del Pantano de Elche. Pasamos junto al Castillo de Aspe. El barro no impide nuestro avance, engullidos como vamos en el laberinto de caminos.
Subimos a la Cantera de Ros, donde almorzamos. Estupendas vistas, la roca labrada a cincel con múltiples imágenes de la vida y cultura de la ciudad de Elche, sus costumbres y monumentos, también animales....
De nuevo al lío, recorremos el milenario Camino de las Canteras, con los surcos en la roca labrados para las ruedas de las carretas que, tiradas por bueyes, transportaban la piedra con la que levantaron, antes de los romanos, el primer asentamiento ilicitano, La Alcudia. También su Dama de Elche, y mucho después la actual ciudad, su Basílica....
El famoso Barranco del Grifo nos mete en la ciudad. Rápido rodar por carril bici, con foto familiar en uno de los puentes sobre el Vinalopó.
Caemos de nuevo al cauce del río, en subida, hasta la cabecera del pantano. Algo de comer. Alguna foto. Deshaciendo el camino por el margen del pantano y ya en la parte alta hacia Aspe, por el Barranco de los Cinco Ojos.
Rodamos rápido en la fría mañana de vuelta a Novelda. Una vuelta espectacular de la mano de Toni y Jose Kiosko. Un día inolvidable para conocer los entresijos de las sendas beteteras del Pantano de Elche y algo de la maravillosa historia ilicitana que esconde.
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