Buena vuelta por el Alacantí y sacando media rueda por el Riu Verd más allá de Tibi. En día desapacible quedo con un puñado de ciclistas que no veo. Es lo que tiene cuando el cielo se emploma y caen cuatro gotas: ante tamaña tesitura, un alicantino de pro prefiere ahogarse en el orinal de debajo de su cama antes que jugársela a caer constipado o lo que es peor, que la bici se ensucie... Es así como ataco el track más sólo que la una, perro abandonado.
Después de Bomberos.Sanvi gano bajo la fina llovizna la Ermita del Moralet. Antes ya Rafa, el único guasero que ha salido de la cama, se ha dado media vuelta ante la inminente apocalipsis. Enseguida las pistas y el barro por las cuestas de la Sierra de los Tajos. De golpe se presenta ante mí el arcoíris como diciendo: “¡vamos tonto del culo, sigue!!” Ajeno al infierno que me espera le hago caso, claro, y así despacio avanzo con algún que otro resbalón y el barro aposentado ya en todo alrededor. Aún así la cosa no va a mayores y sorteo el tema con nota. Más allá del Castellet de la Murta una impenitente cuesta me deposita en las faldas de las Sierras de Castellar y Ventós para disfrutar la deslumbrante senda que cobija. Tiro el trecho la mar de entretenido y en la parte alta piso la carretera de servicio que sube a Castalla justo en el momento en que pasan dos Vagamundos. Charlo un rato con ellos y luego siguen su camino, que no es otro que... vagar por el mundo? Yo a lo mío bien de barro al lago del Maigmó, un tramo de Vía Verde y sigo luego por la brea más arriba de Venta Xirau en busca del Barranc de Mecli. Lo encuentro y doy cuenta de él, tan rápido y divertido. En la parte baja, en la abandonada masía de La Magdalena, giro a izquierdas y tiro un buen rato hasta caer al Riu Verd, que baja embravecido. Lo cruzo y subidón hasta dar con asfalto que me mete en Tibi. Ya no dejo el alquitrán, primero para visitar el fenomenal Castillo de Tibi y luego para entrar en el siempre inquietante Monnegre de vuelta al Aeroclub.
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