En la plaza de Aigües bien temprano se está muy bien. Y más cuando, ya junto el grupo, ponemos rumbo a tomar por saco. Sin plan establecido, encajamos nuestro rodar por una alocada senda que por kms nos baja a las calas de El Charco, gentileza de Jordi. No entramos a la playa, y tiramos por la pista paralela a la autopista en busca del Pantano de Amadorio. Conseguimos remontar el pantano después de más de un despiste y, ya encarados, ganamos la antigua fábrica de ladrillo rojo, dando cuenta de la cara sur de la Sierra de Orxeta. Echamos el almuerzo avistando frente a nosotros el pueblo de Finestrat y la imponente mole del Puig Campana, que no atacamos porque en casa de Silvia nos esperan unas cuantas piernas de cordero al horno. Así, nuestro avance nos lleva a la cara norte de la Sierra para regresar a una hora ´decente´. Afrontamos una subida muy dura para luego seguir una trialera de infarto. Un buen rato peleando sobre el hilo y de últimas caemos a la pista que lleva al pantano por la Urb. Bella Orxeta. En su bar paramos a arreglar un pinchazo, y en vez de arreglarlo acabamos de joderla. Hoy día cuesta creer que vas a tener algún problema con la bicicleta. Sobrevives en ruta con el convencimiento de que la máquina nunca falla. Solo tu fuerza y determinación suben o bajan enteros. Nada más. Hoy, en cambio, hemos tenido un baño de ‘pasado’ al ver una y otra vez cómo la rueda de Antonio perdía aire ...una y otra vez... Y al intentar arreglarla hemos pinchado las sucesivas cámaras debido al mal estado de la cubierta. Moraleja: si no quieres que la pata de cordero se queme en el fuego junto al amor de tu mujer, ¡sal con la cabra puesta a punto! Así, Antonio se queda en el bar esperando el coche escoba y el resto de la expedición volamos por el asfalto que une el Pantano a Aigües.
No hay comentarios:
Publicar un comentario