Una jornada muy productiva. Levanta el día plomizo, tipo sahariano, y yo a SanVi, donde vegeto un rato, quizá un rato más un rato o así..., y algún otro... Luego a toda mecha por la carretera de servicio, las faldas del Maigmó..., y de golpe un frenazo para saludar al muy vagabundo Miguel, que baja como poseido con su nueva montura. Platicamos un rato, infinito placer. Al rato asueto con bocata en lo alto, y ya en La Foia de Castalla comienza el espectáculo: campos y más campos de almendros en flor que dan un aspecto muy japonés a todo enderredor. Entro en Castalla a la hora de comer. Nadie. Me encaramo por el barrio viejo colgado del poderoso castillo. Impresiona. Al bajar, de nuevo el tráfico y directo a Onil, que circunvalo para encarar la Sierra de Mariola. Tiro y tiro siempre en subida la bonita tachuela, el Alto de Biscoi. La deliciosa bajada a Ibi, que paso raudo y ya estoy encarando la carretera que en un abrir y cerrar de ojos me mete en Tibi. La cruzo por el carrer La Sequía y a la salida dirección Xixona tomo el desvío al pantano. Esta carretera está en un estado lamentable, y más que lamento yo haber tomado la decisión de caer a Mutxamel por aquí, cada vez que la bici tiembla con los socavones y cortados. Eso sí, los paisajes y la soledad no tienen precio. Al rato entro en el pueblo de Monnegre, que retrato como si fuese la primera vez que descubro este paradisiaco rincón. La hora de la siesta toca a su fin cuando llego de vuelta a casa.
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