el sino de nuestro rodar//
monumentos ancestrales///monumentos naturales
monumentos ancestrales///monumentos naturales
Ahí voy junto al gran Capitán Pedales dispuestos a hacer historia en una mañana fría y ...lloviznosa? Envueltos aún en los sueños, salimos bien temprano de Castell de Castells, y pronto desorientados en medio del caos de roca aguas abajo, que cruzamos en un difícil equilibrio, y nos topamos con una senda medio perdida y muy empinada. Imposible subir montados, ahí vamos, como en una penitencia, caminando con la cabra a cuestas bajo la suave lluvia. Y esto no ha hecho más que empezar... Ganamos un primer alto y seguimos en subida. La senda cargada de agua y de últimas salimos a un camino. Estamos en la Font d'Espelda, las vistas impresionantes y de golpe una enorme puerta....abierta... en medio del camino. Entramos. Estamos en una propiedad privada. Nadie. Ni perros... Seguimos y otra puerta, cerrada pero sin candado. Al salir nos miramos sin saber si ha pasado en realidad o solo ha sido un sueño. Seguimos la senda y nos lleva en bajada justo al Pla de Petracos, en lo más hondo del barranco. Dejamos las bicis y nos encaramamos en la roca y visitamos las pinturas del Arte Rupestre Levantino, Patrimonio de la Humanidad, un auténtico monumento ancestral en las entrañas de las montañas alicantinas. Disfrutamos un rato del paraje alucinante y ya nos ponemos en marcha siguiendo el implacable destino.
Regresamos al asfalto y en breve encaramos una fortísima subida a los Altos del Cocoll. La pista estaba impracticable hasta hace poco, muy peligrosa en bajada, imposible de subir. Ahora en cambio, tras pisarla las máquinas por su importancia contraincendios, sí se puede atacar. Con mucho sufrimiento nos hacemos grandes apretando dientes y todo lo demás... Así, en las alturas, maltratados en un continuo rompepiernas, conocemos a un nuevo compañero: una niebla densa, espesa espesa, se adueña del plomizo día y nos acompañará por el resto de la travesía. Todo un espectáculo por los Altos del Cocoll navegando a ciegas y ese halo de grandeza que solo la niebla da. Desorientados, cruzamos los desolados Altos y al bajar entramos en sendas cargadas de magia.
Y de golpe de nuevo sobre la brea, o eso parece a juzgar por el sonido del rodar, porque ver ver, vemos poco.... Sin saber muy bien qué dirección tomar, sin ver más allá de dos palmos de narices, recordamos que cerca hay uno de los monumentos naturales más alucinantes de la provincia, y que los dos visitamos hace ya mucho tiempo. Es así como decidimos buscarlo. Rodamos por pistas que nos suenan, huelen a conocidas, aunque recorridas de bajada, cuando en otras aventuras hemos caído del Morro Blau y la Font del Teix. De últimas encontramos una fantástica senda que nos mete en el paraje único de Els Arcs: una fabulosa formación rocosa que abre dos enormes oquedales a modo de ojos de piedra. Como un intrigante gigante, un personaje de película de ciencia ficción, el malo malísimo de los dibujos animados, recién llegado del más allá, va y se apodera de todo..., ¡y nosotros en el lagrimal de la excelsa figura! Un sueño alucinante ronda suelto en tan vertiginoso lugar. Inmensos, comemos algo y descansamos poco o menos que poco, ya que el frío intenso no permite entretenernos mucho.
Deshacemos camino. Por momentos parece que la densa niebla se abre un poco y en una de estas vemos un cartel indicando dirección el Aljub Xorquet. Decidimos hacer una nueva 'prospección y vamos en su búsqueda. Rodamos y rodamos hasta que la senda se hace impracticable. Volvemos a caminar por un rato y pronto comprendemos que éste no es si no el sino de nuestro rodar, al menos en el día de hoy. Con la satisfacción de haber cerrado una gran jornada decidimos volver. Salimos de nuevo al Coll de Bixauca, y ya por asfalto solo nos queda dejarnos caer hasta llegar al delicioso pueblo de Castell de Castells. Una histórica jornada betetera bordada a golpe de palos de ciego. ¡Volveremos!
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