Enkarterriko Pedalak en vivak
Poderosa ruta por los paisajes rurales del poniente vizcaíno. La región natural de Las Encartaciones recorrida en autosuficiencia con los hermanos del pedal fácil Aquí hay BTTema, garantía de aventura. Tres días a full por los montes vascos con las bicis cargadas con todo lo necesario para comer y dormir; petates, transportines, mochilas..., caracoles rodantes... Una aventura escrita a fuego en las imposibles cuestas de subida y de bajada. La Euskadi rural nos abrazó con su belleza sin igual y la simpatía de sus gentes.
DÍA UNO
Hemos llegado a Traslaviña-Artzentales a las 2 de la madrugada. Tiramos los sacos en la antigua estación del Tren de Hierro y dormimos abducidos por el intermitente zumbido de un radiador colgado de la pared del vetusto edificio. Por la mañana el campamento recogido y nos acercamos al pueblo, y en su Batzoki- Casa del Pueblo desayunamos rodeados de una multitud de ciclistas carreteros.
La salida en subida. Dura. Y de bruces con el calor y la humedad. Mucho. El asfalto deja paso a las pistas, y éstas a otras más rotas y empinadas. Será el devenir de nuestros días euskaldunos.
Ganamos el primer alto, El Ventoso. Las vistas excepcionales. Verde hasta donde alcanza la vista, vacas, cabras, caballos, y aquí también el mar Cantábrico a lo lejos cerrando el maravilloso cuadro.
Luego una descomunal bajada donde alguno de nosotros vuela. Peligro peligro!! En el valle cruzamos el pueblecito de Trucios y otros y al tiempo entramos en el Parque Natural de Armañón, que esconde muchas maravillas y entre ellas la Cueva de Pozalagua, en cuyo bar saciamos el hambre.
Levantamos la mesa literalmente rodando por una espectacular senda vertical. Al loro porque tiene dos puertas que sólo se pueden salvar pasando las bicis por encima de la valla de alambres. Las fotos y de últimas caemos a Ambasaguas, en cuyo bar compramos algo de comida para la noche.
Aún nos queda un enorme tachuelón, una pared en toda regla, como tantas y tantas que nos encontraremos en nuestro periplo vasco. Con la noche cayendo ganamos el Alto de Ubal, y por asfalto a tumba abierta caemos hacia Lanestosa.
Algún km antes, en el pueblecito semiabandonado de Sangrices, vemos en la plaza un soportal, que haremos nuestro para pasar la noche. Las sopas, las cañas de lomo, las sardinitas, las risas..., y los ronquidos jeje.
DÍA DOS
La noche perfecta y en la primera mañana el desayuno y levantamos el vivac. En una volada nos metemos en el pintoresco pueblo de Lanestosa, aún dormido. En el bar desayunamos de nuevo y la charla con el cantinero, que nos habla de tiempos pasados, en los que la villa fue puerto seco de Castilla. Una joya de pueblo y de cantinero.
Ya en marcha enseguida comenzamos la ascensión al Pico de la Cabezuela y más adelante a Peñalta, donde charlamos con unos vascos de la Diputación Foral de Bizkaia. Muy simpáticos, nos informan de sus quehaceres ayudando a los granjeros y nos ofrecen agua, que nos salvará en la muy salvaje jornada que aún estaba por llegar.
Estamos en los Montes de Ordunte, que marcan de divisoria con la Meseta, con Castilla. Por el lado burgalés avanzamos alucinados por las impactantes vistas del Valle de Mena. El recorrido es un continuo rompepiernas, con subidones y bajadones interminables.
El agua que nos dieron los amigos vascos hace tiempo se evaporó, y las pocas fuentes que hay en nuestro camino están secas, como una maldición! Siempre por lo alto de la montaña, de últimas volvemos a entrar en Euskadi ganando el Alto de Kolitza, con su bella ermita de San Sebastián y su historia reciente de sangre y fuego en la Guerra Civil.
Descansamos un rato en su sacra sombra y la bajada la hacemos por la senda para caminantes. Dura durísima, casi vertical, y a media bajada una estupenda fuente donde por fin aplacamos la sed (dicen que el hombre puede estar sin beber tres días; alguno de nosotros parecía que llevaba tres semanas...) Más abajo la senda se convierte en camino y volamos al valle donde nos espera la bella villa de Balmaseda, con su muy medieval puente almenado y sus viejas calles llenas de vida.
Es muy tarde y los bares están cerrados. En un kebab saciamos el hambre y en un Eroski compramos algo de condumio para la cena. Con mucho calor salimos de la villa en subida, y rápido el alquitrán deja paso a la pista y al tiempo a la pared vertical para ganar el Alto de Trasmosomos y luego el Alto de El Torco.
Luego una durísima bajada en la que vamos con mucho cuidado; bolsas y petates no son buenos compañeros en estas peligrosas trialeras. Hemos entrado de nuevo en tierras burgalesas, y abajo vadeamos el Río de Ayega. Del otro lado se abre una estupenda campa verde rodeada de inmensos árboles. Con la noche en ciernes decidimos plantar el vivac.
Mientras nos lavamos en el río aparece un hombre ensangrentado y algo aturdido y desorientado. Nos dice que cayó a unas zarzas intentando atajar en su caminata. Le curamos las heridas y sigue su camino, un camino en el que le caerá enseguida la negra noche en unos bosques habitados por lobos y brujas!! La cena y las risas y, con las fundas de vivac hasta el cogote para intentar aplacar la enorme humedad, dormimos como si no hubiese un mañana.
DÍA TRES
Con las primeras luces ya se oye ruido en el campamento. Y golpes!! Es Pro golpeándome para que deje de roncar. Diossss cuánto lo amo!!👹 Con las bicis cargadas ponemos rumbo río arriba en busca de la villa alavesa de Artziniega. La pista junto al río nos traga por momentos con los enormes barrizales, y más adelante atravesamos una senda empinada casi desaparecida por las zarzas, el matorral y los enormes árboles.
Durísimo el avance que parece no tener fin. De últimas ganamos un alto y la senda que ensancha, y abre camino, y más adelante alguna casa y brea, y un cruce en lo alto del puerto y por sabana de seda una potente bajada que nos mete en la bella villa. ¡Casi dos horas para 6kms!!
En el pueblo, junto al espléndido frontón, el bar donde desayunamos por segunda vez jeje. De charla con ciclistas de la zona, los pinchos magníficos. Paseamos luego el casco antiguo del pueblo y salimos por asfalto un buen rato hasta entrar en Bizkaia. Estamos en el valle de Gordexola y al dejar el río el mismo mantra euskaldun: rápido desaparece el asfalto, y al tiempo el camino que se complica y de qué manera!! Luego le tiramos un tiempo por pistas a media ladera y algunas bajadas rápidas. El calor aprieta y en un caserío desaparece el track.
Preguntamos en un caserío y la mujer nos dice que hay que pasar una cancela y por el camino viejo de la ermita de Santa Águeda caer a Okendo. El sendero ha sido sencillamente espectacular, y ya abajo, al ir a salir a la carretera, una valla y un cartel de Propiedad Privada, y la dueña que nos echa el sermón. Nos disculpamos de la mejor manera y se abre a contarnos algunas batallas. Mataría por estos momentos...
De nuevo en marcha camino de la villa de Sodupe con un calor ciego y algún repecho que parte el grupo. Cuando entramos en la villa nos vamos directos al Batzoki. Pura lujuria la fabulosa comida. Por cantidad y por calidad. Y por precio!! Menú de 10€ que en Alicante no habría bajado de 30! La tarde con un calor plomizo, que aplasta, cuando salimos del batzoki.
Junto al río hasta el pueblo de Güeñes y luego el mismo mantra: subidón tras subidón tras subidón, y siempre cada vez con el firme más peligroso! En una curva echamos la deseada microsiesta que me sabe a gloria, y luego xino-xano ganando altura. Con muchísimo esfuerzo ganamos los picos de La Cruz y Gasteran. Los bellos paisajes. Entramos en un bosque tan cerrado que se nos hace de noche.
Impresionante!! Enormes raíces inundan las sendas y los caminos. Aparece abajo en la distancia la enorme Ría del Nervión.
Algún despiste, algún transportín roto, alguna fuente, y de últimas un bajadón del 18!! A tumba abierta caemos durante kms. Y abajo justo entramos en la Vía Verde de Hierro, que nos ha de llevar a la Estación de Traslaviña para cerrar la Enkarterriko. Será un último esfuerzo muy duro.
Primero porque la dirección no está clara y damos un buen tiempo tumbos sin sentido, perdidos. Y luego porque, una vez aclarado el entuerto del camino a seguir, la vía verde resulta tener varias paredes, cortas pero paredes, que acaban con nuestras ya exiguas fuerzas. A todo esto la noche cerrada nos acompaña desde hace tiempo, llegando al punto de partida casi a media noche.
Los abrazos, las fotos, las bicis desmontadas en los coches, la última cena de vivac y nos aprestamos para dormir bajo en intermitente zumbido del radiador.
La Enkarterriko Pedalak cosida a fuego por siempre en nuestro corazón.
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2 comentarios:
Fantástica ruta por impresionantes caminos del País Vasco y con una compañía inmejorable. A pensar en la próxima ruta
Y tanto!!
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