EL MOLÍ VELL
Por la antigua canal olvidada y sin uso de miles de años atrás avanzo sin cesar. Del Pla Enrocat al Portell de la Moleta, y más allá en la Serra del Llofriu. Instalado en la siesta suena Dylan bien profundo, y fuera siento mi fragilidad a cada zancada. Creo pasar sin tropezar. No hay nadie. Quizá algún perro ladrador. Paso sin miedo y mas arriba el viento frío me hace despertar.
Ante mí el río Monnegre, tantas veces recorrido, tantas veces perdido. Sé que ésta no será diferente. Ahí voy. Y ya adentro las primeras dudas. Da igual que Toni con su enorme perro mastín me guíe: estoy perdido. Y caigo al río, las casas abandonadas, o casi. Nadie. Y cruzo el río. Me he perdido. Lo intento una y siete mil veces. Los cañaverales, muros insalvables. Decido subir la vertical pared y en lo alto una arista infranqueable. Balanceado sobre el hilo, los sudores fríos. Sin agua, sin cobertura, en lo alto de la arista. Perdido.
No se cómo he llegado hasta aquí. Sin tiempo para pensar, la única salida, deshacer el camino. Arrastrando el culo por la vertical pared, sin agarres para las manos, el mvl en los huevos, los huevos de corbata...
Cuando caigo al cauce creo volver a nacer. Y en mi ignorancia supina intento seguir de nuevo río abajo. Imposible. El sol cae y ya solo quiero volver al mundo, echar un trago de agua, un laaaargo trago de agua, tener algo que escupir.
Media vuelta. No es nuevo. Volver sobre mis pasos nunca me agradó. Volver a nacer...., no sé si estoy preparado...
Y al pisar pista ancha mi zancada se alarga y vuelo. Las Trabuco sacan sus alas y vuelo las cuestas abajo. Sin aparente esfuerzo, lanzado al vacío. Vuelo.
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