martes, 27 de febrero de 2018

BTT/ Monnegre


M O NEGRE A TOPEEEEE

Adentrarse en el Monnegre siempre supone un plus de aventura. Sorprendente por los áridos paisajes y por los rincones que esconde. Da igual si lo he visitado una o mil veces. Una vez más entraré en esos territorios olvidados y nuevamente quedaré hechizado. 
En compañía de Malgus Petix, luego de recorrer el inundado Barranc del Juncaret, caemos al río y llegamos a las Casas de la Culata. El track no ayuda y por momentos pensamos que la línea que nos guia va a ser una peñora. Nada más lejos de la realidad. Al rato de nuevo sobre sendas entramos en los barrancos del Rio de la Torre, siempre impactantes, y más hoy al verlos hasta arriba de agua, un tesoro difícil de disfrutar por estos lares. Así avanzamos  pegados al curso del agua y por sendas imposibles, absortos en cada recodo. 
En un salto de agua descansamos y aprovechamos para almorzar algo y quitarnos ropa. El frío de la mañana ha dejado paso a un día despejado, propio del invierno alacantón. Momento para mirar alrededor y hacer planes bicicleteros para el futuro cercano... Ya cerca de Xixona giramos a izquierdas en busca del Coll de Bernat, que nos mete de lleno otra vez en las entrañas montenegrinas. Toca poner rumbo de vuelta a Mutxamel, y el magnífico track nos lleva tensando por todos y cada uno de los barrancos que separan, o unen, los dos Monnegres, el de d’Alt y el de Baix, siempre por la margen izquierda. Acoplados en nuestras bicis disfrutamos como hacía tiempo, en bajada y en subida, difícil difícil, dientes de sierra que se apoderan de todo, siempre al hilo, !espectacular!!  
Pasado Molí Vell tiramos un rato pegados al cauce para luego subir un cuestón que nos devuelve al asfalto a la altura de la destruida Ermita de Sant Antoni. Estamos en el Portell de la Moleta, y por sendas al punto de partida. 
Ya cerca del Aeroclub nos cruzamos con un hombre mayor con acento extranjero que transita junto a su perro por la revirada senda en silla de ruedas adaptada para caminos. Cruzamos apenas unas palabras y sigue su camino....

miércoles, 21 de febrero de 2018

CxM/ Monnegre. Molí Vell

EL MOLÍ VELL
Por la antigua canal olvidada y sin uso de miles de años atrás avanzo sin cesar. Del Pla Enrocat al Portell de la Moleta, y más allá en la Serra del Llofriu. Instalado en la siesta suena Dylan bien profundo, y fuera siento mi fragilidad a cada zancada. Creo pasar sin tropezar. No hay nadie. Quizá algún perro ladrador. Paso sin miedo y mas arriba el viento frío me hace despertar. 
Ante mí el río Monnegre, tantas veces recorrido, tantas veces perdido. Sé que ésta no será diferente. Ahí voy. Y ya adentro las primeras dudas. Da igual que Toni con su enorme perro mastín me guíe: estoy perdido. Y caigo al río, las casas abandonadas, o casi. Nadie. Y cruzo el río. Me he perdido. Lo intento una y siete mil veces. Los cañaverales, muros insalvables. Decido subir la vertical pared y en lo alto una arista infranqueable. Balanceado sobre el hilo, los sudores fríos. Sin agua, sin cobertura, en lo alto de la arista. Perdido.
No se cómo he llegado hasta aquí. Sin tiempo para pensar, la única salida, deshacer el camino. Arrastrando el culo por la vertical pared, sin agarres para las manos, el mvl en los huevos, los huevos de corbata...
Cuando caigo al cauce creo volver a nacer. Y en mi ignorancia supina intento seguir de nuevo río abajo. Imposible. El sol cae y ya solo quiero volver al mundo, echar un trago de agua, un laaaargo trago de agua, tener algo que escupir. 
Media vuelta. No es nuevo. Volver sobre mis pasos nunca me agradó. Volver a nacer...., no sé si estoy preparado...
Y al pisar pista ancha mi zancada se alarga y vuelo. Las Trabuco sacan sus alas y vuelo las cuestas abajo. Sin aparente esfuerzo, lanzado al vacío. Vuelo.

viernes, 16 de febrero de 2018

BTT/ Jumilla- Monte Arabí- Sierra de los Gavilanes

A R A B Í
Memorable jornada betetera por el Altiplano de Jumilla-Yecla en compañía de Malgus Petix, tan entrañable. Cuesta llegar a Jumilla, pero ya sabemos que la “paliza” de coche siempre es bien recompensada en la fabulosa tierra murciana. 
La mañana fría por los caminos dirección norte con el viento en la cara. Muchos kms expuestos al infernal fenómeno meteorológico y ya cerca de tierras manchegas entramos en un bosque que nos protege y nos da un mucho de diversión en forma de sendas junto a un barranco que parece de juguete. Lo cruzamos y de la otra parte ya en Albacete llegamos a la pedanía de El Morteruelo. Almorzamos parapetados del viento en un muro con la impactante silueta del desconocido y muy misterioso Monte Arabí, objetivo de nuestro viaje, frente a nosotros. Al tiempo dispuestos a atacarlo, pronto las primeras sendas. El terreno cambia por completo y la cercanía de la roca hace que rodemos con cuidado. En un cruce decidimos atacar de cara la cima del macizo.

En la subida nos encontramos con tres o cuatro paredes donde hemos de apretar fuerte por la pendiente y los escalones de roca. Aún así, la impresión es de mucha diversión y posible de hacer montado en su totalidad si se va fuerte y la suerte acompaña... Por fin ganada la cumbre, las fotos de rigor y merecido descanso en un estupendo abrigo junto a la cima. Magnífico descenso de un tirón y entramos en la Senda de las Pinturas, que recorremos hasta los Cantos de Visera con sus pinturas rupestres y más allá hasta la alucinante Cueva de la Foradada
Emocionados por el trabajo hecho, toca poner rumbo de vuelta a Jumilla. Así, salimos por el Camino de las Pinturas y luego tiramos un buen rato por pista ancha siempre en descenso ganando kms con rapidez. Caserios diseminados en el amplio Altiplano jumillano, y al tiempo entramos en nueva zona montañosa. Estamos en los aledaños de la Sierra de los Gavilanes, coronada por un enorme Parque Eólico. Nos adentramos entre colinas cubiertas de enormes pinares y ya comienzan las primeras rampas. Rampas sin fin con un firme preocupante, pues las ruedas tienden a hundirse. Con mucho sufrimiento ganamos la cota más alta, y junto a la caseta de vigilancia comemos lo que nos queda. Al ponernos de nuevo en marcha cresteamos un rato en un continuo sube-baja, para finalmente caer por una espectacular senda donde hemos de afinar para no caer. Nuevas pistas, más subidas, más molinos de viento, y nuevamente entramos en otra senda, ésta menos peligrosa que la anterior y muyyyyyy larga. Disfrutamos como niños hasta entrar en pista abierta. Ganamos diferentes caserios y algún pequeño alto que separa valles con mucho encanto hasta encontrarnos de cara la bonita Sierra de la Cingla, tan alargada y enrocada. Finalmente llegamos a La Alquería y, por el Camino de los Molinos entramos de regreso en Jumilla.