Adentrarse en el Monnegre siempre supone un plus de aventura. Sorprendente por los áridos paisajes y por los rincones que esconde. Da igual si lo he visitado una o mil veces. Una vez más entraré en esos territorios olvidados y nuevamente quedaré hechizado.
En compañía de Malgus Petix, luego de recorrer el inundado Barranc del Juncaret, caemos al río y llegamos a las Casas de la Culata. El track no ayuda y por momentos pensamos que la línea que nos guia va a ser una peñora. Nada más lejos de la realidad. Al rato de nuevo sobre sendas entramos en los barrancos del Rio de la Torre, siempre impactantes, y más hoy al verlos hasta arriba de agua, un tesoro difícil de disfrutar por estos lares. Así avanzamos pegados al curso del agua y por sendas imposibles, absortos en cada recodo.
En un salto de agua descansamos y aprovechamos para almorzar algo y quitarnos ropa. El frío de la mañana ha dejado paso a un día despejado, propio del invierno alacantón. Momento para mirar alrededor y hacer planes bicicleteros para el futuro cercano... Ya cerca de Xixona giramos a izquierdas en busca del Coll de Bernat, que nos mete de lleno otra vez en las entrañas montenegrinas. Toca poner rumbo de vuelta a Mutxamel, y el magnífico track nos lleva tensando por todos y cada uno de los barrancos que separan, o unen, los dos Monnegres, el de d’Alt y el de Baix, siempre por la margen izquierda. Acoplados en nuestras bicis disfrutamos como hacía tiempo, en bajada y en subida, difícil difícil, dientes de sierra que se apoderan de todo, siempre al hilo, !espectacular!!
Pasado Molí Vell tiramos un rato pegados al cauce para luego subir un cuestón que nos devuelve al asfalto a la altura de la destruida Ermita de Sant Antoni. Estamos en el Portell de la Moleta, y por sendas al punto de partida.
Ya cerca del Aeroclub nos cruzamos con un hombre mayor con acento extranjero que transita junto a su perro por la revirada senda en silla de ruedas adaptada para caminos. Cruzamos apenas unas palabras y sigue su camino....