En busca de lo desconocido ahí voy junto al Capitán Pedales una vez más por los caminos de Cazorla, Segura y las Villas. Unos caminos sembrados de hechos extraordinarios ahí puestos para goce y disfrute de nuestro rodar. Avanzamos alucinados desde el minuto uno, y por el tiempo que dura la aventura varios siglos embotellados al vacío.
Por asfalto al nacimiento del Río Segura. Las fotos y tomamos una pista abierta que recorre el Barranco de la Cañada de la Cruz. Siempre en subida y con el aire en la cara llegamos a un cruce y a derechas entramos en los majestuosos Campos de Hernán Perea. Así le tiramos hasta llegar al Refugio de Campo del Espino, con su puerta abierta, su techo inmaculado, su agua cristalina, sus tramas de madera para dormir tan doradas, pero sobre rodo, su puerta abierta.
Al poco de pasarlo nuevo cruce y a derechas tomamos el Camino de las Aguas Negras, pegaditos a la Cuerda de las Banderillas, un paisaje espléndido, rodeados en todo momento de fabulosas torcas. Una vez en Aguas Negras, una cerrada sin igual, la pista se empina y venga a subir hasta llegar a Los Charcones. Llevamos un buen tiro y ya se divisa el cruce para tomar la pista central que cruza los Altos de Hernán Perea. Antes, almorzamos fuerte y ya de nuevo en camino le tiramos hasta el Pino de Félix Rguez. de la Fuente y más allá al Collado de Fte. Bermejo. Nos cruzamos con un forestal que nos informa de posibles pernoctas y demás zarandanjas. Luego la larga bajada hasta la Laguna de Valdeazores. Más y más fotos, y así hasta el Embalse de los Órganos. Seguimos bajando y pronto los túneles del Río Borosa. Todo un clásico que hacemos con la ilusión de la primera vez. Mucho caminante y algunas bicis. Las fotos y el Salto de los Órganos. Ratos de pateo y ya más abajo rápido por pista abierta hasta salir a asfalto en la Piscifactoría. Poco más allá se toma una senda espectacular que ya no dejamos hasta entrar en Coto Ríos. En su bar comemos unos buenos bocatas y unas cervezas y paro el track.
La tarde bien entrada y decidimos seguir camino en busca de aventura. Por detrás del pueblo, la pista que bordea el Embalse del Tranco. Pasado el Cortijo del Huerto, un cruce y a derechas comienza la potente cuesta. Pegados al Arroyo del Aguaderico veremos llegar la negra noche, los calambres en las piernas, iluminados con los frontales, el aullido de lobos o jabalíes, y sus ojos brillando al ser cazados por La Luz d ellos frontales. Decidimos no movernos, como si no estuvieran, a lo nuestro, cargamos agua y seguimos... Una cuesta interminable que en su tramo final aún se empina y se empina. Un castigo de los buenos. Es el Camino de los Alguaciles que lleva a la aldea abandonada de Los Ceniceros. Ya en el Collado, la pista tiene aún un trecho muy potente con la cuesta empinadisima que lleva a una caseta de luz y a un Refugio de montaña. Ilusionados subimos la pared como podemos y al llegar, ambas viviendas permanecen cerradas a cal y canto. La puerta que tenía que estar abierta, no lo está. Ya van varios hechos extraordinarios que nos negamos a enumerar, aunque no dejemos de contar.
El Alto de Mirabueno nos ha fallado. Reventados de cansancio no tenemos otra que caer del otro lado del Collado en busca de Los Ceniceros. Bajamos un rato y luego de nuevo mas subidas que nos acaban de rematar por el Camino de la Cuerda. Llegamos a una iglesia derruida, y poco después al Cementerio. Junto a él una espléndida fuente que no aparece en los mapas y que nos da la vida. Poco más tarde, tras una última subida, llegamos a un cruce y a izquierdas nos dejamos caer para ganar por fin el pueblo abandonado de Los Centenares. La única casa que queda en pie permanece cerrada y su morador no está. Inspeccionamos lo poco que queda en pie y en una casa encontramos un pequeño habitáculo techado con unos murciélagos dentro (nuevo hecho extraordinario). Los espantamos y salen por la pequeña ventana. Éste será nuestro refugio para pasar la noche. Paramos la carrera en los GPS, las esteras al suelo y los hornillos calentando la sopa. No tardaremos mucho en cerrar los sacos. Afuera pronto la lluvia y los goterones en el techo que por suerte no nos mojan.Hemos dormido como troncos, y a la mañana despertamos asombrados con un enorme muflón comiendo nueces en la puerta de la casa que nos ha dado cobijo en la lluviosa noche. Paseamos el abandonado pueblo y al rato, recogido el campamento, echamos a rodar cuesta abajo por el Camino de la Tinada, que nos mete de lleno en el Barranco del Lobo. Los espectaculares paisajes en el pueblo y ahora en el río de Los Ceniceros, que lleva sus aguas hasta un angosto donde comienza el Barranco de Parrales. Justo en este lugar, junto a una antigua presa y una casa abandonada, nace una senda que tira en fuerte subida hacia el Pinar del Risco. Nosotros no lo vimos y ganamos altura monte a través un buen primer tramo por una pared bastante peligrosa. Ya bien arriba vemos del otro lado del barranco la senda, de forma que algo más adelante cambiamos de ladera y ya sí sobre la senda, a ratos a pie y a ratos caminando, llegamos a un alto donde por fin podemos montar en las bicis. Más adelante llegamos al Cortijo Espumaderas de Abajo, donde nace una pista que al tiempo nos saca a los altos de La Era. En breve ya sobre la brea entramos en Pontøn Alto y rápido a Pontones.
1 comentario:
Fantástica ruta vivac por rincones de Cazorla y sierra del segura deslumbrantes por su belleza.
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