Los azules de Agua Amarga
los blancos de Carboneras y Mojácar
los ocres de San Pedro
y el negro de Las Negras.
Ceñidos contra la sierra
y como un milagro, el verde
de retamas y chumberas.
Miro en el espejo
a nadie veo.
Recorro el viejo
laberinto de palmeras. Y entre ellas
veo una infancia perfecta
y una madurez lejana.
La mar estalla al fondo. Impertérrita
y esmeralda. Hoy como ayer,
como siempre.
A veces, cuando sopla el viento a rachas
la arena se levanta
y ciega las pupilas con su aroma
a vientre desgarrado por el vértigo.
La grieta del viento.
Cuento los días que me faltan
para volver a verte y se estiran en
una eternidad insoportable.
Una vez sentado en tu orilla
te hablo inocente,
libre.
Moriré en esta cala de sirenas,
las únicas sirenas en este tiempo inesperado.
Sólo en esta calma sin sentido,
en esta soledad amarilla y extraña.