TA BAR CA
Hay días redondos redondos. Y este sin duda es uno de ellos. Viajar a Tabarca siempre es una alegría. Y en fechas como estas en las que el grueso del pelotón turístico ya se ha dado el piro, una maravilla. Dan vientos huracanados y todo tipo de malestares, pero lo que nos encontramos es un remanso de paz acorde con nuestros intereses.Ahí vamos tan tranquilos tomando la Tabarquera en el Puerto de Santa Pola a media mañana como los marqueses. Un trayecto con música de violines. Y cuando llegamos los pocos guiris que estamos nos esparcimos y al momento mimetizados en el encanto isleño. Caminamos la Isla Plana por Barlovento hacia la parte deshabitada y llegados a Punta Falcón por detrás del cementerio ya en Sotavento las aguas calmas que dan ganas de llorar. Llorar de alegría, claro. Henchidos de emoción bajamos a la primera calita que se pone a tiro y ya armados con escarpines y gafas en busca de las profundidades marinas, donde un pulpo sale a nuestro encuentro y queda prendado de los encantos de MJosé, a la que sigue a todas partes. El amor siempre tan imprevisible😍 Así y así, encandilados, pasamos el rato y luego por la línea de mar a otra playita donde rematamos un segundo baño. Para ser Otoño y dando mal tiempo no está nada mal jeje.
Es ya medio día y directos a Mar Azul, donde nos espera el remojo en cervezas y un espléndido Ribera y un arroz con cocochas, gambas y ajos tiernos del que nos acordaremos una buena temporada😋😋
Levantamos mesa con tiempo suficiente para entrar en el pueblo y callejearlo, un placer infinito. La tarde nos desplaza lentamente de vuelta al puerto donde la Tabarquera nos acoje para devolvernos a tierra firme libres de sobresaltos. El huracán será otro día...
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