BOSQUES DE MUNIELLOS
El Parque Natural de las Fuentes del Narcea, Degaña e Íbias esconde un buen puñado de tesoros, y sin duda el más valioso, nadie lo duda, los Bosques de Muniellos. Visitarlos en otoño, un sueño hecho realidad.En Las Tablizas la información de los forestales y ya caminando al encuentro del río. Un primer tramo de unos 500mts de acceso para personas con movilidad reducida y tras pasar un puente el camino que se adentra tan plácido entre columnas de árboles inmensos y el río que aparece igual. Inmenso. Serán más menos 2 kms antes de encontrar otro puente y ahora la estrecha senda y la subida que comienza a ser evidente. Los saltos de agua y el bosque que lo engulle todo. También la emoción. Un bosque que lleva mucho mucho tiempo sin padecer la mano del hombre. Ahí está. Totalmente asalvajado! Exquisito, y más en esta época del año. Se suceden los puentes y cada rincón digno de una parada. Mil fotos. El firme va cambiando, con tramos fáciles, bien pisados y el manto de hojas, y otros complicados, con muchas piedras y raíces de todos los tamaños y las regueras de agua que bajan por todas partes.
Poco a poco ganando altura y así hasta Las Tres Cruces, el único cruce de caminos en todo el Parque. Hemos llegado de abajo, caminando sobre una torrentera, con mucha agua y piedras el último tramo. A derechas la Ruta por Fonculebrera, un sendero que debido a las fuertes lluvias mantienen cerrado por desprendimientos; y a izquierdas la subida a Las Lagunas. Realmente solo está permitido el acceso a la primera, llamada La Isla. Las dos más altas están aún más protegidas y de hecho no hay senda marcada para acceder a ellas.
Así le tiramos a la Laguna La Isla ahora abriéndose el paisaje y con maravillosas vistas del profundo valle del río Muniellos (o Tablizas) por el que hemos subido. Por un buen rato no hay pendiente, cosa que se agradece después de la soberana paliza jeje, y el murmullo del agua deja de estar presente. Sobrecoge el silencio, sabiéndonos observados por todos y cada uno de los animales salvajes que habitan este último paraíso en la Península Iberica. Más adelante el sendero pasa sobre una torrentera y se retuerce en subida, y tras pasar una segunda ahí estamos, en la Laguna La Isla. De sopetón. Sin esperarla. Llama poderosamente la atención el lugar. La magia. Rodeada de una muralla, la copa de la montaña tapada por la espesa niebla. Una rocalla a modo de atalaya nos sirve para echar el bocado y algunas fotos. Curiosamente hay acceso wifi y aprovechamos para conectarnos con el mundo, cuando nos creíamos perdidos, engullidos por la Naturaleza...
Algunos senderos sin sentido que se acaban, un canchal de piedras verticales, imaginamos donde están las lagunas más altas.
Aunque nos hemos puesto ropa, el frío aquí es intenso y la niebla baja por momentos. Así las cosas, recogemos las mochilas y nos disponemos a deshacer nuestros pasos. De los 20 andarines que se permiten al día hemos conocido a 16. Los otros cuatro calculamos han sido devorados por los osos o desaparecidos al.precipitarse desde alguna trocha imposible...
Llegados a Las Tres Cruces sí o sí seguimos abajo. Llama la atención que siendo el mismo camino parece otro distinto. Llama también la atención cómo , con lo pedregoso y húmedo que está todo absolutamente no demos un maldito resbalón, salvados por algún extraño designio. Quizá es la Madre Naturaleza que nos lleva del cable. Volamos!!