La casa de Ben/ Los Valles Escondidos / L'ABDET
Hay paseos que enamoran y paseos que son un AMOR. Con mayúsculas. Éste sin duda pertenece a estos últimos. En el escogido manojo de sitios increibles alacantones absolutamente fuera de toda consideración racional.El Abdet siempre fue un pueblo diferente. Aún hoy, estando donde está, el valle más visitado de la provincia, mantiene una idiosincrasia propia, alejado de las masificaciones y el turisteo de mierda. Los pocos que se acercan a sus calles, caminantes y montañeros, también algunos para rapelar las aguas de su vertiginoso río, que se precipita salvaje desde las más altas montañas hasta el pantano de Guadalest, sabrán de lo que hablo. Y a todo esto sus tres bares cerrados, sin servicios ni nada que se le parezca. Un paraíso, vamos!!
Aparcados de buena mañana ya caminamos cuesta arriba y pronto un maravilloso sendero empedrado de las épocas de María Castaña que nos mete por L'Ombria de Pisa y más allá al Barranc de Mela. Los increíbles paisajes y más adentro caemos al río y más allá por el Barranc de Monecillo y ahora en subida en busca de la pista que, por los Masets de Nicolau, lleva de salida dirección al Port de Confrides. Nosotros bien arriba tomamos dirección opuesta, de vuelta. Algunas casas diseminadas y algún cruce que lleva a lugares inimaginables, como el muy escondido Rincón del Olvido...
A lo nuestro vamos y acabamos cayendo al camino de ida para, tras deshacer un tramo, seguir luego pegados al río Abdet hasta, una vez pasado el Barranc del Llop, iniciar la ascensión a Les Penyes dels Corbs. Una sencilla subida por sendas panorámicas y hasta la cerrada del Racó del Sord, con la enorme mole de La Serrella cerrándolo todo y nosotros que salimos a pista para iniciar el descenso por detrás de las Peñas. Una pista que se precipita lentamente con algunas casas bonitas y la casa de Ben, la más bonita de todas. Casualidad que el amigo está en la puerta, como esperándonos, con sus perros y su simpatía. Echamos la xarra después de tantos años y ya la aproximación de vuelta al pueblo con esa sensación de hechizo, la flecha clavada en lo más ondo.
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