La primavera tiene muchos reclamos en nuestra tierra. Uno de ellos sin duda el momento en que el Valle de Guadalest se pinta del naranja de los deliciosos nísperos. De invernadero en invernadero, como abejas de flor en flor, vamos probando el exquisito manjar. Como dicen los amigos de 50KM, hoy, sin duda, 'la bicicleta es una excusa.
En compañía de Javi y Jordi caemos al río para remontarlo hasta el pueblo de L' Abdet. Venga a comer nísperos, azúcar que se deshace en la boca. El tiempo pasa tranquilo enganchados a los frutales. La fresca mañana y el embriagador aroma también de albaricoqueros, limoneros, naranjos... ¡Qué placer!
Ya dejamos la cola del Embalse de Guadalest y encaramos la potente subida al castillo de Castell de Castells. Cambiamos el chip 'comenísperos por el de 'sufridorbetetero. Ya arriba en el collado recuperamos fuerzas comiendo... ¡nísperos!
Seguimos en subida por la umbría de la Sierra L'Aixortá hasta el collado del Pozo. En él decidimos buscar una senda escondida que nos ha de llevar directos al Morro Blau por la solana de la montaña. La senda espectacular, sin grandes dificultades, mayormente ciclable, y con unas vistas inigualables. Dejamos a nuestra izquierda la Peña Alta, techo de la Sierra, y llegamos a un cruce. Por la derecha en subida ganamos el Alto de Morro Blau, con su vértice geodésico y su caseta forestal. Almorzamos cobijados del suave lebeche con las impresionantes vistas de la costa alicantina y del Valle de Guadalest a nuestros pies.
De nuevo en ruta llegamos a la Font del Teix, con un hilillo de agua... Y más abajo tomamos un desvío para ir a buscar el Barranc de la Canal Negre. Los fantásticos paisajes y la senda muy exigente que salvamos con algún susto importante en forma de Javi volando por encima de la bici.... De últimas llegamos a una pista con el Castillo de Tárbena delante. Al rato pista asfaltada y pronto nuevo desvío para caer a un nuevo barranco del que salimos en fuerte subida, ya con las fuerzas justas, hasta el Coll de L'Ullastre. Y nuevo barranco, la última trialera realmente peligrosa. Ya abajo el Camí del Barrancfort, inflados a comer nísperos y las mochilas a reventar, nos devuelve a Callosa.
Una clásica reinventada para enmarcar. Con el maravilloso regusto de la fruta madura engullida directa del árbol, las impagables imágenes de las montañas alicantinas talladas en lo más hondo, y las sendas escondidas de las que nunca salimos. ¡Ahí vamos una vez más, los hermanos nispero.beteteros!
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