Viajar con los vagabundos marroquíes no tiene precio. Decididos a dar un voltio nos juntamos en Mercadona todavía pegando el sol, y al poco guerreando el barranco del Juncaret, una pelea que semaja no acabar nunca, pues unimos trialera tras trialera hasta colgarnos en el idílico valle de Monnegre de d´Alt.
Subimos ahora por asfalto y venga a subir, alguna pared, y de nuevo por pista rota para ganar el alto de la Moleta, donde nos sorprende la noche.
El descenso bien difícil y de golpe la cruda realidad aflora: equivocamos el rumbo para llegar al pantano, el cauce seco, no llegamos al agua, y para colmo las luces fallan!! Estamos fulminados en la cerrada noche... ¿Podrán las adversidades apagar nuestra inquebrantable sonrisa? Acaso la aventura no siempre es de color?? ¿Seguimos adelante/afrontar una dura escalada con las bicis a cuestas y sin luces/ o activamos el plan B/darnos la vuelta/..., o el C/112???
Damos cuenta de la poca comida que llevamos y los tres a una buscamos la senda que nos saque del lecho seco del río. Toca portear las bicis un buen tramo por senda vertical que a veces se asoma peligrosa al precipicio. A merced de la tenue luz de Jorge y de las estrellas, a tientas vamos, como locos. Paso a paso, fiándonos de las sombras como única verdad, avanzamos torpemente. El silencio asusta, llamándonos de vez en cuando para sentirnos seguros, protegidos... Solo el penoso escalar con las bicis a cuestas. Cuando paramos para tomar aire ahí están las estrellas reventando el cielo. ¿Estamos solos en la galaxia?
Damos cuenta de la poca comida que llevamos y los tres a una buscamos la senda que nos saque del lecho seco del río. Toca portear las bicis un buen tramo por senda vertical que a veces se asoma peligrosa al precipicio. A merced de la tenue luz de Jorge y de las estrellas, a tientas vamos, como locos. Paso a paso, fiándonos de las sombras como única verdad, avanzamos torpemente. El silencio asusta, llamándonos de vez en cuando para sentirnos seguros, protegidos... Solo el penoso escalar con las bicis a cuestas. Cuando paramos para tomar aire ahí están las estrellas reventando el cielo. ¿Estamos solos en la galaxia?
Por fin salimos al camino que nos devuelve poco a poco a la civilización. Al rato en la gasolinera del Maigmó, y por la carretera de servicio, casi a oscuras, a San Vicente, donde quedan los vagabundos. Mención especial para ellos, que teniendo más que razones para ponerse nerviosos han sabido estar a la altura y disfrutar como niños de la...locura?
Y también para mi cabra, que supo llevarme de vuelta a casa una vez dejé atrás amigos, ciudades y luces, elevándome entre las estrellas en el estruendoso silencio, rodando mi mente lejos de todo, agazapado en la nada.
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