Da igual que estés hecho un trapo... de mocos y malestar general. Un nudo en la garganta..., tanta desesperación. Todos los males acechan. Da igual, ahí vas. Lanzado sobre la cabra en la oscura noche, el track en la mente.
Fuerte amanece El Campello y el doping apoderado de mis venas, y el gélido aire removiendo la suave ola que veloz nos eleva hacia el Cabo de Huertas, bucle de reflejos y guiños.
Subimos la Serra Grossa, la limpia atmósfera, el Alacantí a los pies y el inmenso mar enfrente.
Las sendas, caminos, carreteras, autopistas..., hacia Orgegia y Villafranqueza. Por el pueblo de San Vicente y ya barranqueando el Sabinar. Siempre en subida, da igual. El rumor interior de las viejas canciones dueñas de todo, y planes y mas planes llenan el aire y sus sombras.
Almuerzas como si tuvieses hambre y sigues. Buscando el buen camino. Perdido. Buscando un último impulso mmmm la cuesta detrás de la cuesta y una cuesta mas. Y piedras y mas rocas y cortadas las barrancas, en subida, da igual.
Alas invisibles alzan el alma en busca del mas allá, lo nunca visto en el patio trasero. Ahí vamos, la vuelta imposible al pantano de Tibi. Pero quedamos cerrados. Las ciénagas, el agua, pequeños pasos abiertos por jabalíes, cortadas nada amistosas... De vuelta sobre nuestras rodadas repitiendo bien adentro la familiar cantinela, '¡volveremos!'
Fuerte amanece El Campello y el doping apoderado de mis venas, y el gélido aire removiendo la suave ola que veloz nos eleva hacia el Cabo de Huertas, bucle de reflejos y guiños.
Subimos la Serra Grossa, la limpia atmósfera, el Alacantí a los pies y el inmenso mar enfrente.
Las sendas, caminos, carreteras, autopistas..., hacia Orgegia y Villafranqueza. Por el pueblo de San Vicente y ya barranqueando el Sabinar. Siempre en subida, da igual. El rumor interior de las viejas canciones dueñas de todo, y planes y mas planes llenan el aire y sus sombras.
Almuerzas como si tuvieses hambre y sigues. Buscando el buen camino. Perdido. Buscando un último impulso mmmm la cuesta detrás de la cuesta y una cuesta mas. Y piedras y mas rocas y cortadas las barrancas, en subida, da igual.
Alas invisibles alzan el alma en busca del mas allá, lo nunca visto en el patio trasero. Ahí vamos, la vuelta imposible al pantano de Tibi. Pero quedamos cerrados. Las ciénagas, el agua, pequeños pasos abiertos por jabalíes, cortadas nada amistosas... De vuelta sobre nuestras rodadas repitiendo bien adentro la familiar cantinela, '¡volveremos!'
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