SIERRAS DE CAZORLA, SEGURA Y LAS VILLAS I
LA MONTERÍA
La montería cierra mi paso y he de rodear la montaña mientras oigo los gritos de los cazadores y las detonaciones. Más adelante retomo el track y de golpe caen por la ladera una copiosa familia de jabalíes que casi me arrollan. Perplejo, bajo de la bici, atento a los chasquidos de las ramas y los gritos de los animales, de los perseguidos y de los que persiguen, intentando entender algo. Un cazador de palabras frente a una jauría de cazadores de cerdos... Me tiemblan las piernas cuando dejo de oir los disparos. Me han alcanzado. Salgo, fuera de mi, me veo. Como a cámara lenta, caigo, lentamente, tendido sobre el petate y la rueda trasera, cabeza abajo.
Otro jabalí pasa a mi lado. O eso creo. Como burlándose, dice:
- "Cazador de palabras! Ya hace que no cazas nada. Tus palabras se las llevó el viento y ahora mírate: persiguiendo un espejismo de lo que fuiste".
- "Y tu quién eres para hablarme así!? Cerdo asqueroso!!"
- "Soy la voz de tu conciencia. Disfruta por fin del silencio mientras sientes cómo el frío se apodera de tus entrañas".
Tendido en el bosque de melojos quedo, a la espera de tu aliento, que no llega, rodeado de una indescriptible belleza, que ya se adentra en mí, abierto de cuajo.
La lluvia penetrando en mi mente, resbalando las ideas que no salen de mi mente, empapadas las palabras más allá de mi mente.
Espero paciente.
Antes de muerto el silencio, bañado por la gélida brisa que mece las hojas que aún en sus ramas susurran su amor.
Y el golpeteo de las gotas.
Antes de muerto el silencio, bañado por la gélida brisa que mece las hojas que aún en sus ramas susurran su amor.
Y el golpeteo de las gotas.
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